A por la 3ª

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jueves, 11 de diciembre de 2014

SOBRE LAS RAICES

El siglo XIX trajo consigo la Segunda Revolución Industrial. Este proceso vendría a transformar por completo, no solamente la estructura económica e industrial, sino también las estructuras sociales y políticas. Inventos como la máquina de vapor fueron fundamentales en esta revolución: “El vapor y la maquinaria revolucionaron entones la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura” (Marx, K. Engels, F; Manifiesto Comunista (1872);
Dicha transformación cambió por completo la forma en que el individuo se relacionaba con el trabajo, “deshumanizándole” por completo, convirtiéndole en una simple extensión más de la maquinaría con la que trabajaban. Como decía Luis Napoleón Bonaparte “La industria, esa fuente de riqueza no tiene hoy en día regla ni objetivo. Es una maquina que funciona sin regulación; poco le importaba la fuerza motriz que emplea. Moliendo por igual entre sus engranajes a los hombres y a la materia, despuebla el campo, aglomera a la población en espacio sin aire, debilita tanto el espíritu como el cuerpo, y después arroja a la calle, cuando ya no sabe qué hacer con ellos, a los hombres que para enriquecerla sacrificaron su fuerza, su juventud y su existencia.” A todo ello hay que sumarle que se encontraban dentro de un mercado laboral que carecía por completo de legislación que regulara su relación con el empresario. Esta exposición al libre albedrio del empresario cristalizaba en draconianas jornadas de trabajo de 16 horas diarias, los 7 días de la semana, los 365 días del año.
Karl Marx. " Padre", del marxismo
El obrero había emigrado del campo la ciudad para probar suerte en la creciente industria. Los defensores de aquel creciente gran capitalismo proclamaban que la implantación de este nuevo sistema económico y de producción acabaría con todos “los males” de los que padecía la sociedad hasta aquel momento, la pobreza sería erradicada, la sociedad sería más justa, quien quisiera trabajar trabajaría…………………etc. Pero la realidad se demostró totalmente diferente a estos presagios. En los países donde más fuerte y tempranamente se desarrolló el capitalismo la burguesía y grandes fortunas multiplicaron su fortuna, pero de igual modo se multiplicó la pobreza entre toda la sociedad. El capitalismo había traído consigo la división de la sociedad en dos “frentes”: uno, la burguesía, que la formaban una minúscula parte de la sociedad, pero que sin embargo disponía de todo el poder económica y político para conseguir sus fines: otra, la clase obrera o proletariado, la cual no tenía más que su fuerza de trabajo.
Pablo Iglesias Possé
 Ante esta situación, la clase trabajadora, aquejada de los mismos problemas y asolada por las mismas injusticias, se dio cuenta de que enfrentándose de manera individual ante el empresario, ante los gobiernos y ante todo el sistema capitalista tenía la batalla perdida de antemano. Así poco a poco, fueron surgiendo y tomando fuerza el movimiento obrero, el cual se iba uniendo en sindicatos y Partidos políticos de clase que nacían con el afán de lucha de hacer visible sus reclamaciones y poder conquistar todos los derechos que les pertenecían y que les estaban siendo arrebatados.
Así de este modo, en España nacía el Partido Socialista Obrero Español. Un 2 de mayo de 1879, en la clandestinidad, en torno a un grupo formado por obreros y por intelectuales en el Bar “Casa Labra”. Así, surgía en España el primer partido político que tenía como objetivo defender los afanes e intereses de la nueva clase trabajadora nacida tras la Revolución Industrial. En 1910, el Partido Socialista Obrero Español obtenía por primera vez un escaño en el Parlamento español, escaño ocupado por Pablo Iglesias Possé, un obrero que conocía de primera mano (puesto que el los sufría) los problemas e injusticias a que era sometida la clase obrera en España. Así por primera vez, el Parlamento escucho las reclamaciones de la clase trabajadora. El Partido Socialista Obrero Español comenzó poco a poco tomar fuerza como altavoz de la clase obrera y sus reclamaciones, pasando de 7 diputados en las elecciones de 1923 a 115 en las de 1931.
Un partido político, al igual que toda asociación u organización que se precie, tiene unos objetivos fundacionales, es decir, su fundación se realiza atendiendo a unos objetivos. Por ello, cuando un partido o una asociación continúan su andadura, siempre debe tener en cuenta estos objetivos, los cuales marcan su misión, es decir su tarea a desarrollar. Teniendo en cuenta, que los tiempos cambian, que la sociedad evoluciona, también hay que saber adecuar las formas y las maneras a estas nuevas exigencias, pero, aun con todo siempre se seguirá guiando por los objetivos por los que fue fundada o fundado.
Por ello, no somos pocos, los que reclamamos vivamente, que el Partido Socialista Obrero Español, adaptándose a los nuevos tiempos y las nuevas exigencias, siga siendo sin ningún tipo de reparo la voz de las y los trabajadores y trabajadoras. Es necesario que siga conectado a sus raíces. Es necesario que siga teniendo claro de dónde viene, para seguir sabiendo quién es y hacía donde va. Es necesario que ciertos reparos y ambigüedades sean desterrados. Es necesario que sus filas se sigan nutriendo de obreras y obreros y para ello tiene que postularse como voz de todas y todos ellos para que se sientan atraídos a ingresar en sus filas. Es necesario no renunciar a determinados símbolos que hasta hace bien poco formaban parte del Partido Socialista Obrero Español. Es necesario………………….un Partido Socialista Obrero Español a la izquierda y al lado de las y los trabajadoras y trabajadores. 

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