En esto descubrieron un gran molino de viento que había en un campo cercano a Zuera, y así como Don Quijote lo vio, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, aquel enorme gigante… Con él pienso hacer batalla, y quitarle la vida si es preciso.
-¿Qué gigante? dijo Sancho Panza.
- Aquel que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
- Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquel que allí se parece no es un gigante, sino un molinos de viento, y lo que en él parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar al aerogenerador.
- Bien parece- respondió Don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras. Lo que hay en La Muela son molinos, lo que hay en Sos del Rey Católico son molinos… Está claro que esto es un gigante, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con él en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna era un gran molino de viento, un aerogenerador, y no gigante aquello que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que era un gigante, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que era…
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el gran molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo de Miguelico…
CONTINUARÁ…
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