Al conocer Don Quijote lo que en esas tierras estaba sucediéndose, montó velozmente a Rocinante y ordenó a Sancho que hiciese lo mismo con su corcel y emprendieron camino a otras tierras.
- - No entiendo, mi buen Sancho, cómo las buenas gentes de esta tu Ínsula Zuerataria, permiten que señores como los nobles duques de esas tierras, conocidos como Miguelicos, hagan con ellos lo que les viene en gana.
- - Sea usted, vuesa merced, conocedor de mi contrariedad a lo que allí se viene haciendo y , por ello, abandoné mi puesto como gobernador de esas tierras…
- - Sin embargo, creo que no debemos olvidar lo que allí hemos vivido y de le que esas maravillosas tierras se cuenta. Y válame Dios que volveré a ellas y que casaréme allí con mi amada Dulcinea. Pero eso sí, cuando las cosas vuelvan a su cauce y sean personas con leyes de gobierno quien las organicen.
- - Dios, le oiga, vuesa merced, y podamos regresar este verano cuando las cosas hayan cambiado.
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